Fuente: La Vanguardia 13-1-10
La fundación Miró abre una sala con obras donadas por la familia del artista
La apertura de la sala octogonal coincide con la nueva presentación de la colección permanente La sala octogonal de la Fundació Miró recupera su arquitectura original y desde ayer se ha convertido en una suerte de capilla para contemplar, con luz tenue, las obras que la familia del artista ha cedido al museo barcelonés. "Son obras en papel que sólo habían sido expuestas una vez, en una de las exposiciones inaugurales del Georges Pompidou de París en 1978", dice Emili Fernández Miró, el nieto mayor del artista, para quien, "el hecho de que sean obras sobre papel, un material delicado, obliga a una iluminación casi de penumbra, lo que da a la sala un aspecto similar a la gruta en la que meditaba san Juan de la Cruz, un poeta por el que Miró sentía devoción".
Las 17 obras llenan uno de los huecos más importantes de la colección del centro, los años 30 y 40. Entre ellas, destaca Personatge (1934), un pastel de colores terrosos, que pertenece a una de las series más oscuras y ácidas de Miró, con personajes feroces y una violencia sombría. De las 15 obras de la serie, sólo había una en España, cedida a Barcelona por el coleccionista japonés Katsuta. Esta obra, junto con Personatge sobre fons vermell (1939) son las únicas de la donación que han sido intercaladas en las salas de la colección permanente (la número 17) y no en la sala octogonal.
"Miró dio mucha importancia a su obra en papel", dice Emili Fernández Miró. "Para él era el principio de todo, desde sus dibujos cuando tenía doce años a los bocetos preparatorios de sus telas mayores y para esta cesión-donación hemos elegido obra en todas las técnicas, lápiz, gouache, acuarela, tinta...".
La década de los 30 fue una de las más trágicas para el artista. En 1927 quiso asesinar la pintura y ensayó los collages o el ready-made. "Fue una revuelta contra un estado mental y contra las técnicas tradicionales de pintura que más tarde se juzgarían como moralmente injustificables. El rechazo a hacer cosas bonitas me empujó a usar los materiales más sórdidos e incongruentes posibles", confesó Miró. Más adelante, en los convulsos años de la preguerra, sus obras se iluminaron con una luz apocalíptica y figuras grotescas que vagaban enloquecidas por espacios desiertos. Fue un grito de angustia que puede verse en la citada Personatge de 1934 y en L'été (1937), un gouache que parece arder, dibujado el mismo año en que participaba con el mural El segador en la exposición del pabellón republicano en París.
Las obras cedidas permiten contrastar también el lenguaje de Miró en los años de la guerra española y la mundial (en 1940/41 realizó sus Constéllations) , y la de su regreso , discreto, a España, en 1942, a Mallorca, un lugar cercano y alejado de la peligrosa Barcelona. En uno de ellos se ve a una niña –saltando a la comba (su única hija Maria Dolors tenía entonces 12 años) y en otro, la mujeres nocturnas mironianas junto a una serpiente voladora, símbolo de unión entre la tierra y el cielo, y una estrella iluminada como un sol de fuego.
La apertura de la sala octogonal coincide con la nueva presentación de la colección permanente. El recorrido no cambia. Comienza con los grandes tapices y la escultura y, a partir de ahí, sigue el itinerario cronológico, sin más variantes que la inclusión de las dos obras de los años 30 citadas y que el tríptico que colgaba en la sala octogonal L'esperança del condemnat a mort, el círculo de la vida que queda interrumpido por la muerte (dedicado a Puig Antich) pasa a las reservas del museo. Rosa Maria Malet señaló que ningún museo expone todas las obras que posee.
Lo novedoso es la mejor iluminación de las salas, que permiten una mejor contemplación de las obras, y la colocación de paneles informativos en cada espacio, contextualizando la vida y la obra de Miró. También se ha añadido un audiovisual sobre la figura del artista en el sótano, donde están expuestas las obras de los amigos artistas de Miró. Rosa Maria Malet señaló que uno de los objetivos de la nueva presentación era facilitar más información a los visitantes y ofrecer la faceta humana del artista. Malet dijo que el tamaño de los tapices y de la escultura obligaba a ubicarlos en las salas iniciales.
A la inauguración asistió el conseller de Cultura, Joan Manuel Tresserras, cuyo departamento ha contribuido con dos millones de euros a los trabajos de mejora del edificio y de las instalaciones del centro.
Una fundación que no quiere ser estática
Joan Miró, que hasta el último momento quiso mantener su espíritu inconformista, dejó escrito que no quería que su fundación fuera un centro estático, por eso la llamó Centre d'Estudis d'Art Contemporani. Rosa Maria Malet, que fue nombrada directora en funciones en 1982, es quizá una de las directoras de museo de mandato más longevo. En estos años, ha logrado dos ampliaciones del edificio de Sert y el enriquecimiento de las colecciones mediante donaciones de coleccionistas o de amigos del artista catalán. Entre los retos que tiene ahora está el de mantener ese dinamismo constante que el artista quiso reflejar en los estatutos de su fundación.
La Vanguardia 14-1-10
+ info:
http://fundaciomiro-bcn.org/
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