El Templo de Venus y Roma, el impresionante monumento que el emperador Adriano ordenó construir en el año 121 d.C. en el corazón de Roma, reabrió este jueves al público mostrando todo su esplendor después de permanecer cerrado durante casi treinta años para ser restaurado.
Sometido a las inclemencias del tiempo y a la acción del hombre desde hace siglos, el monumento reabre ahora por primera vez tal y como el propio Adriano lo concibió.
Los trabajos han permitido volver a unir las dos celdas originales del templo, la dedicada a Roma y la dedicada a Venus, que durante un largo período permanecieron separadas por un muro.
Además, se han reconstruido parte de las paredes fracturadas y erosionadas por el paso del tiempo, se han afianzado los cimientos y se ha mejorado el sistema de desagüe en la zona para evitar que se produzcan filtraciones y desplazamientos de tierra a causa de las lluvias.
Situado en el lado sur de la colina Velia, a sólo unos metros del Coliseo, el Templo de Venus y Roma era considerado el más grande de la capital del Imperio.
Aunque fue Adriano quien ordenó su construcción en el año 121 con la voluntad de unir en un mismo espacio las estatuas de la diosa Venus y de Roma, que personificaba el Estado Romano, no fue inaugurado hasta el año 141, bajo el mandato del emperador Antonino Pío.
De forma rectangular, el templo estaba rodeado en sus dos lados de mayor longitud por un doble pórtico de columnas de granito gris, mientras que en los dos laterales cortos se abrían sendas escalinatas que portaban al Coliseo y al Foro, respectivamente.
En el interior, dos salas orientadas en sentido opuesto y precedidas por un vestíbulo servían para rendir culto a Venus y a Roma, unidas por un muro continuo.
Sin embargo, ese mismo muro se convirtió en una forma de división a partir del siglo VII, cuando la zona dedicada a Roma pasó a formar parte del convento de Santa Francisca Romana y la de Venus, orientada hacia el Coliseo, quedó transformada en un jardín.
Gran parte de los restos que pueden contemplarse hoy, se atribuyen a una restauración llevada a cabo por Majencio en el año 307 después de que un incendio destruyera la parte central del Foro, entre ellos las columnas en pórfido situadas en las paredes o el pavimento de losas de mármol.
Junto a estos restos, se ha recuperado también el jardín exterior del templo, en el que aún se conserva una parte de la columnata que rodeaba el monumento.
El Templo de Venus y Roma puede visitarse desde hoy como parte del recorrido por los Foros Imperiales y su reapertura permite contemplar una de las construcciones más memorables de la antigua Roma en todo su esplendor.
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