Como se sabe, la existencia del rey Salomón -y sus míticas minas- ha sido siempre un tema recurrente en el cine, en la novelas históricas y, cómo no, en los medios periodísticos, ofreciendo siempre motivo de fuertes debates entre los investigadores de la historia de Israel.
Pues bien, ahora el periódico digital San Diego News-Room, en su edición del pasado martes, dia 23 de noviembre, nos informa que el antropólogo y experto en estudios judaicos de la Universidad de California, en San Diego, Thomas E. Levy (a la izquierda), ha descubierto, tras sucesivas excavaciones muy sofisticadas en unas minas de cobre en una zona llamada Khirbat en-Nahas, al sur de Jordania, indicios de que el antiguo rey Salomón (que adornaba su palacio de cobre de y oro, tal como se describe en el Antiguo Testamento) pudo muy bien haber existido.
Es esta una noticia que ya había sido difundida hace unos dos años, pero que, de nuevo, como tantas otras, se vuelve a actualizar, muy seguramente porque tales excavaciones siguen en curso y a sus promotores e investigadores les interesa mantener la publicidad de sus hallazgos y conclusiones. En cualquier caso, no está de más que recordemos someramente aquellos aspectos interesantes que rodean la excavación de este yacimiento.
Al parecer, tal como nos informa San Diego News-Room, el profesor Levy no fue, en un primer momento, en busca de las famosas minas del rey Salomón, sino que trataba de averiguar el papel que había jugado la tecnología antigua en la evolución de la sociedad. Pero, en el ínterin de su proyecto, lo que se encontró en Jordania fue algo totalmente distinto y nuevo: miles de toneladas de escoria de cobre y diferentes tipos de sondas para soplar aire.
Mediante el proceso de datación por Carbono-14 (sobre restos de carbón de vegetal y otros materiales), su equipo descubrió que la producción de este cobre a escala industrial se correspondía con el S. X a. C. El profesor Levy dijo sobre el yacimiento: “Habría sido como la Pittsburg de Palestina”. Y al mismo tiempo contextualiza la interpretación de la datación señalando que hay dos aspectos en el debate sobre el rey Salomón. En primer lugar están aquellos que minimizan la historicidad del Antiguo Testamento, y dicen que Salomón no existió, porque durante el S. X a. C. no había sociedades capaces de crear un reino, sólo nómadas insignificantes. Y en segundo lugar, quienes maximizan el contenido del Antiguo Testamento y afirman todo lo contrario.
Ante lo cual, y respecto a los resultados de las excavaciones, afirma: “No tenemos pruebas de que hayamos encontrado las minas del rey Salomón, pero lo que sí tenemos son las pruebas de la existencia de reinos en el S. X a. C. Yo creo que él (Salomón) existió”.
Abundando en la noticia en un antiguo articulo de EurekAlert!, leemos, además, que las investigaciones llevadas a cabo -desde el año 2006- proporcionaron datos de que la actividad metalúrgica alcanzó un pico de producción durante el s. IX a. C., lo que podría también fundamentar la historia de los edomitas en relación con la Biblia.
El lugar de excavación, Khirbat en-Nahas, significa “ruinas de cobre” en árabe, y se encuentra en las tierras bajas de una región desolada y árida al sur del Mar Muerto, en lo que fue una vez Edom y hoy es el distrito Faynan de Jordania. El Antiguo Testamento identifica dicha área con el Reino de Edom, el cual fue enemigo del antiguo Israel.
Según se relata en el artículo reseñado, durante años los académicos habían discutido si los edomitas se hallaban organizados de manera suficiente -como tal reino- en los S. X y IX a. C. para ser una seria amenaza de sus vecinos israelitas. Entre las dos guerras mundiales, durante la “Edad de Oro” de la arqueología bíblica, los eruditos exploraban, como lo describe Levy, con una paleta en una mano y la Biblia en la otra, tratando de ajustar sus hallazgos en Tierra Santa con la historia sagrada.
Así, en 1930, el arqueólogo estadounidense Nelson Glueck (foto a la izquierda), basándose en sus averiguaciones llegó a afirmar que había encontrado las minas del rey Salomón en Faynan/Edom. Pero en en la década de 1980, sin embargo, sus afirmaciones fueron en gran parte desechadas. Se había llegado al consenso de que la Biblia había sido escrita, en gran medida, en el siglo V a. C., mucho después de los supuestos hechos, mientras que las excavaciones británicas de las tierras altas edomitas, en la década de 1970-80, proponían que la Edad del Hierro ni siquiera había llegado a Edom en el S. VII a. C. Pero ahora, tal como manifiesta el profesor Levy, dados los datos que se disponen sobre la metalurgia en Edom, “Tenemos pruebas de que las sociedades complejas eran realmente activas en los sigos X y IX a. C., lo que nos lleva de nuevo al debate sobre la historicidad de los relatos del Antiguo Testamento relacionados con este período”.
Hay que tener en cuenta, además, que una evidencia adicional se suma al contexto arqueológico, al haberse encontrado en el yacimiento antiguos objetos egipcios, tales como un escarabajo y un amuleto de la diosa Mut , los cuales estaban en una capa de la excavación asociada a una grave perturbación de la producción a finales del S. X a. C., muy posiblemente vinculada a la campaña militar -bien documentada- del faraón Sheshonq I (también conocido como “Shishak” en la Biblia), quien, tras la muerte de Salomón, trató de aplastar la actividad económica en la zona.
Khirbat en-Nahas comprende restos de unos cien edificios, incluyendo una fortaleza, y se encuentra en medio de una gran área cubierta por escoria negra -más de 97.000 m2- que se pueden ver claramente en las imágenes de satélite de Google Earth. Abundan los senderos y las minas. Su tamaño argumenta a favor de una producción a escala industrial, y la profundidad de los residuos, de más de 6 m., proporciona una “vara de medir” para rastrear también los cambios sociales y tecnológicos durante la Edad del Hierro, la cual se extiende alrededor de 1.200 a 500 a. C., un período clave en la historia del antiguo Israel y Edom.
“No podemos creer todo lo que los escritos antiguos nos dicen”, dice Levy. “Pero esta investigación representa una confluencia entre los datos arqueológicos y científicos y la Biblia. Nuestro trabajo también muestra que los métodos son objetivos y permiten a los investigadores evaluar los datos de una manera desapasionada. Esto es especialmente importante para las ‘arqueologías históricas’ que se desarrollan en todo el mundo, en las que los textos sagrados o relatos míticos -por ejemplo, el Mahabharata de la India o las sagas de Islandia- y el registro arqueológico son ámbitos de feroces debates ideológicos y culturales”.
Finalmente, Levy señaló: “La investigación futura en Khirbat en-Nahas se centra en saber quién realmente controlaba la industria del cobre, si los reyes David y Salomón, o tal vez los líderes regionales edomitas, y también sobre los impactos ambientales de toda esta antigua fundición”.
Terrae Antiqvae
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