Bajo la finca levantada en el siglo XIX en el 7 de la calle de Regomir, en el Gòtic, unas imponentes termas romanas. Sorpresa, ninguna, ya que los estudiosos de la zona ya sabían de su existencia, pero asombra su buen estado de conservación. Estos restos -que serán visitables a partir del próximo verano, cuando terminen las obras- explican mucho del pasado de Barcelona, cuando los mercenarios llegados por mar frecuentaban la instalación para asearse, relajarse -y hacer algún que otro negocio- antes de cruzar las murallas ciudad adentro. «El proyecto ha servido para varias cosas. Por un lado, para ampliar en cerca de 1.000 metros cuadrados la superficie del Pati Llimona, lo que supondrá generar nuevos espacios de encuentro para las entidades, una de las principales reclamaciones vecinales en el Gòtic, y, por el otro, ha servido para recuperar 17 metros de muralla romana y ganar una nueva zona museográfica para entender la historia de la urbe», apunta Toni García, arquitecto de Foment de Ciutat Vella, responsable del proyecto.
MEJORAS DE ACCESIBILIDAD / El concurso para esta ambiciosa reforma es del año 2005, pero lo elevado de su coste --más de 6.700.000 euros-- hizo que los trabajos no empezaran hasta hace un año y medio. Este mes está previsto que finalicen las obras del edificio contiguo al Pati Llimona --la citada finca del número 7, de propiedad municipal y abandonada desde hacía varios años--, que servirá para aumentar el centro cívico. El traslado de las múltiples actividades de un local al otro se hará durante el mismo mes, para iniciar los trabajos de modernización del Pati Llimona. Trabajos que, según el arquitecto Roger Montoto, otro de los responsables de la obra, consistirán principalmente en «modernizar el edificio para hacerlo más accesible y confortable».
De los 6.700.000 euros de presupuesto, la gran mayoría, unos 5.200.000, se han invertido en la remodelación del nuevo edificio. Y es que reformar una finca entera de seis plantas conservando 17 nuevos metros de muralla no es sencillo, y si además esa finca ha de conectar con la contigua, aún se complica más. Pero se ha logrado. Además, del edificio no solo se han rescatado el bajo y el entresuelo para explicar cómo era la Barcelona romana y medieval -se aprecian a la perfección las dos murallas-, sino que también se están restaurando dos de los techos del palacio del siglo XIX. Al nuevo edificio se trasladarán el esplai infantil y el casal de jóvenes, además de los talleres de audiovisuales, punto fuerte del famoso centro cívico, ubicado en un palacio gótico comprado por el ayuntamiento a finales de los 70 tras una larga demanda vecinal.
LA CAPILLA MÁS PEQUEÑA / Otra de las curiosidades de la obra es la reforma de la capilla de San Cristòfol -«la más pequeña todavía en activo de toda Catalunya», según apunta convencido Montoto-, diminuta capilla que se construyó agujereando la torre desde la que se custodiaba la entrada mar a la muralla.
La imagen de este santo, ahora patrón de los conductores, se solía situar en las entradas -y salidas- de las ciudades medievales, como es el caso, porque existía la creencia popular de que quién veía la figura del santo antes de salir de viaje no moría de muerte violenta.
Publicado en El Periódico el 10/4/11
No hay comentarios:
Publicar un comentario