11/25/2011

Y la arquitectura se hizo pintura

El museo Thyssen de Madrid expone 140 obras que representan espacios arquitectónicos desde el Renacimiento al siglo XVIII
Plazas, calles, edificios... ¿Cómo eran o cómo los veían los grandes pintores de su tiempo? Bajo el título Arquitecturas pintadas el Museo Thyssen, en colaboración con la Fundación Caja Madrid, presenta hoy una de sus grandes exposiciones de la temporada. Se trata de más de 140 cuadros, desde el Renacimiento al siglo XVIII, que representan las ciudades y su arquitectura. Una evolución de los escenarios arquitectónicos que incluye obras de Duccio di Buoninsegna, Canaletto, Giovanni Paolo Panini, Tintoretto, Gaspar van Wittel, Hubert Robert, Maerten van Heemskerck o Hans Vredeman de Vries, entre otros.
Ciudades reales o ciudades soñadas, la leyenda, la imaginación y la fantasía forman parte de la manera en la que muchos artistas plasmaron ciudades de todo el mundo. La exposición, que permanecerá abierta hasta el próximo 22 de enero, ha sido comisariada por el catedrático Delfín Rodríguez y la conservadora el museo Mar Borobia, quienes plantean un recorrido que va de ciudades monumento como Roma, Nápoles o Madrid y El Escorial a conceptos como la ruina y la memoria.
La exposición reúne obras procedentes de colecciones particulares y museos de todo el mundo, con préstamos destacados de, entre otros, los Museos Vaticanos, la National Gallery of Art de Washington, la Galleria degli Uffizi, el Museo del Prado y Patrimonio Nacional.
Publicado en EL País el 17/10/11
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Un pequeño Hermitage en el museo del Prado


La exposición, en la que se pueden ver obras de Friedrich, Monet, Rodin o Cézanne, pone el broche de oro al año dual España-Rusia 2011

Sinónimo de la grandeza de los zares y emblema de la cultura rusa, el Hermitage de San Petersburgo no sólo es una de las grandes pinacotecas mundiales, sino que constituye un tesoro en sí mismo. Ahora, una selección de su esencia podrá verse desde el día 8 y hasta finales de marzo en las salas de la ampliación del madrileño museo del Prado.
Concebida no como una mera exposición, sino como todo un "acontecimiento cultural", El Hermitage en el Prado pone el broche de oro al año dual España-Rusia 2011 que arrancó en febrero con El Prado en el Hermitage. Aquella muestra de los fondos de la mayor pinacoteca española fue vista por más de 600.000 personas, convirtiéndose en la más visitada en la historia del museo ruso. Y San Petersburgo promete no quedarse atrás en Madrid.
"Nunca ha habido una exposición de estas características, del Hermitage y sobre el Hermitage, en el extranjero", dijo hoy el director del museo, Mijail Piotrovsky, por videoconferencia. Las casi 180 obras de las célebres colecciones de pintura, dibujo y escultura del museo ruso, pero también de sus piezas arqueológicas, artes decorativas, trajes de época y mobiliario que han viajado a la capital española, ponen de manifiesto "el gran teatro del mundo que es el Hermitage en la actualidad", añadió el director del Prado, Miguel Zugaza.
A fin de introducir al visitante en la propia historia del museo, la exposición arranca con los retratos de Pedro el Grande, Catalina la Grande y Nicolás I, de cuyas colecciones proceden la mayoría de los fondos del Hermitage. A su lado, los lienzos del pintor oficial de la corte, el sueco Benjamin Patterson (1748-1815), muestran la imponente ciudad de San Petersburgo en las riberas del río Neva, donde se erigió en 1703 con París y Amsterdam como modelos. El lujo del complejo Hermitage, compuesto por el Palacio de Invierno y otros tres edificios, queda plasmado en las vistas de sus salas y galerías.
Una de las colecciones más emblemáticas del museo, pero quizá menos conocida fuera de Rusia, son sus tesoros de orfebrería y joyas. Así, la Colección siberiana de Pedro I muestra una selección del oro con el que las tribus nómadas sepultaban a sus reyes y grandes guerreros, con broches de cinturones en los que aparecen tigres y animales fantásticos o el famoso peine con una escena de batalla.
Además de otra pequeña representación de orfebrería griega, la sección dedicada al Hermitage como escenario de la corte muestra como Catalina la Grande introdujo la moda de usar lujosos vestidos de terciopelo y brocados y centros de mesa estilo imperio. Completan la representación de joyas algunas valiosas rarezas que llegaron a manos de los zares: filigranas chinas y joyas indias del siglo XVII, sables persas cubiertos de piedras preciosas o adornos de artesanos europeos, como un curioso pinjante con una carabela procedente de la España del siglo XVI, con cinco esmeraldas engastadas.
Pero probablemente, el mayor atractivo de la muestra sea la rica representación del arte de Europa occidental que ha viajado a Madrid: Pedro el Grande y sus sucesores adquirieron colecciones enteras de Rusia y del extranjero, que llenaron las grandiosas salas del Palacio de Invierno. La sección dedicada a los siglos XVI y XVII queda presidida por el "San Sebastián" de la etapa tardía de Tiziano, en el que la figura del santo emerge imponente de la oscuridad.
La Virgen con el Niño de Durero, El almuerzo de Velázquez, un Paisaje invernal con patinadores sobre hielo de Brüghel el Viejo y otro curioso paisaje de Rubens, retratos de Anton Van Dyck, el Greco y Rembrandt, un Perro guardián de Potter y el famoso Tañedor de laúd de Caravaggio se suman a esculturas neoclásicas de finales del siglo XVIII y principios del XIX como la Magdalena penitente del italiano Antonio Canova o un busto del filósofo francés Voltaire.
La exposición culmina con una muestra de arte de los siglos XIX y XX, donde destacan pinturas románticas de Caspar David Friedrich, lienzos impresionistas de Monet, Rodin y Cézanne y el exotismo de Gauguin. Tres óleos y un dibujo de Picasso -entre ellos Mujer sentada y La bebedora de absenta- compiten en atractivo con la luminosa Conversación cubista de Matisse pero, como no podía ser de otra manera, el arte ruso acapara todas las miradas con el polémico Cuadrado negro de Malevich y la impresionante Composición VI de Kandinsky, uno de los hitos del arte abstracto.
Publicado en La Vanguardia 4/11/2011
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'La Vanguardia' entra en los archivos del Museu d'Història de Barcelona


El Centre de Conservació i Restauració es destino obligado para todo hallazgo arqueológico

Diez mil años de vida de Barcelona minuciosamente depositados, documentados y clasificados en 5.000 m2 de almacenes, salas de trabajo y laboratorios. La Vanguardia ha tenido la oportunidad de realizar un fascinante viaje en el tiempo en compañía de los responsables del Museu d'Història de Barcelona (Muhba) y de los profesionales que, en un discreto recinto de la Zona Franca, reconstruyen los fragmentos de la rica historia (y prehistoria) de la ciudad a partir de materiales de diversa procedencia, la mayoría de ellos de las excavaciones que se llevan a cabo en diversos puntos de la capital catalana.
Este recinto, una golosina para cualquier aficionado a la arqueología y a la historia, es la sede del Centre de Conservació i Restauració del Muhba, lugar de paso obligado para todo vestigio del pasado hallado en Barcelona, ya sea en las obras del AVE en Sant Andreu-Sagrera, en la construcción del aparcamiento de la plaza de la Gardunya o en el acondicionamiento del antiguo mercado del Born.
¿Qué guardan estos dos edificios inaugurados en octubre del 2006? Absolutamente de todo, y todo muy bien repartido entre el archivo arqueológico y el centro de colecciones del museo, este último un fondo formado por 35.000 objetos de todas las épocas, en gran medida procedentes de las excavaciones, aunque una parte corresponde a donaciones o adquisiciones del Muhba. Y donde es posible tropezarse con alguna sorpresa... Nada más comenzar la visita, al aire libre, a la entrada de una de las naves, el jefe del departamento de colecciones del museo, Josep Bracons, muestra un fichaje reciente. Se trata de la estatua de la Victoria, la alegoría franquista que hasta enero pasado presidía el obelisco del Cinc d'Oros (en la intersección del paseo de Gràcia y la avenida Diagonal). La escultura de Frederic Marès, ahora ya restaurada, constituye una excepción en esta gran reserva patrimonial de Barcelona: el Muhba no suele ser el depositario del arte público que es retirado de las calles y plazas de la ciudad. Esa competencia corresponde al departamento de Urbanismo. No obstante, la estatua de la Victoria, que su autor ideó como símbolo republicano y que, acabada la Guerra Civil, mutó en icono franquista, tiene todavía recorrido por delante. Si el proyecto de transformar la antigua fábrica Oliva Artés en el Poblenou en un nuevo centro del Muhba sigue el curso previsto,la obra de Marès pasará a formar parte de la colección que relata-rá la historia contemporánea de Barcelona.
Mientras detallan el complejo proceso que siguen las piezas recepcionadas en la Zona Franca, Emili Revilla, responsable del archivo arqueológico, y Josep Bracons recuerdan la avalancha de hallazgos que se dio en los años de las obras olímpicas y que llegó a producir un auténtico colapso del servicio. Con la caída de la actividad constructora, ese ritmo de entradas en el Centre de Conservació i Restauració del Muhba se ha ralentizado. Pero aquí nunca falta trabajo.
La gran novedad de la arqueología barcelonesa de los últimos años ha sido el descubrimiento de una buena cantidad de restos de un pasado más remoto, especialmente de la época neolítica. Desde los ochenta, la obligatoriedad de realizar por ley excavaciones sistemáticas en cualquier obra que se lleva a cabo en el subsuelo ha propiciado ese salto en el tiempo. El día de la visita de La Vanguardia, en la gran sala de trabajo del archivo arqueológico operan simultáneamente tres equipos. Uno lo hace con restos procedentes de las obras del AVE de la Sagrera, otro con los descubrimientos de la plaza de la Gardunya y un tercero, dirigido por el catedrático de Prehistoria de la Universitat Autònoma de Barcelona Miquel Molesta, se hace cargo de un material que, en algunos casos, como el procedente de los talleres de jaspe del Morrot, en Montjuïc, puede llegar a remontarse hasta 8.000 años antes de nuestra era, al llamado periodo epipaleolítico.
En un laboratorio al que se derivan las piezas más delicadas, Montserrat Pugès, jefa del departamento de restauración del servicio de arqueología, y dos jóvenes colaboradoras manipulan con extremada delicadeza auténticas joyas: objetos de vidrio, metales (Montserrat Pugès nos muestra una daga medieval y unas tijeras de esquilar ovejas probablemente del siglo I)... y restos humanos, huesos diversos y hasta un cráneo, con sus correspondientes piezas dentales, procedente de la necrópolis neolítica de la Gardunya.
"Entendemos Barcelona como un único yacimiento", afirma Emili Revilla antes de explicar que lo que llega a este almacén de la historia –permítase la licencia: en realidad es mucho más que eso– se separa en función del tipo de material: cerámica, vidrio, metal, restos humanos y animales... Cada uno requiere un tratamiento específico, unas determinadas condiciones de lavado, secado y conservación.
Próximamente, dentro del proyecto Coleccionem la ciutat, que acaba de ponerse en marcha, los interesados en acercarse a este recinto hasta ahora casi desconocido podrán hacerlo. Así lo explica el director del Muhba, Joan Roca, quien precisa que ya se ha programado una serie de visitas guiadas abiertas a la ciudadanía en general. El propósito es ir organizándolas en función de la demanda existente.
A quienes se animen, además de tener la oportunidad de conocer el archivo arqueológico, les espera un auténtico festín de historia de Barcelona. Un edificio contiguo al del archivo alberga la colección del museo, un centro con 35.000 objetos perfectamente restaurados y clasificados. El responsable de registro y documentación, Aitor Parra, indica que en los últimos años se produce una media de entre 800 y 1.000 nuevas incorporaciones, el 85% de origen arqueológico y el 15% fruto de cesiones, donaciones o adquisiciones del Muhba.
Cada sala guarda un pequeño o gran tesoro. En una de ellas, siempre catalogadas con esmero, encontramos una amplísima colección de armas procedentes del desmantelado museo militar del castillo de Montjuïc. En otra, una tabla gótica de la capilla de Santa Àgata aparece cubierta mientras se somete a un largo proceso de desinsectización. Relicarios y estatuas de santos patrones revelan la gran importancia que los gremios tuvieron en Barcelona desde la edad media. También hay cerámicas y vidrios multicolores de diferentes épocas y una colección de monedas con más de 8.000 unidades. Y bombas y muchísimas balas de cañones de distinto calibre, disparadas por las tropas borbónicas en el sitio de 1714 o por el general Espartero casi 130 años después, prueba fehaciente, como apunta el director de colecciones del Muhba, Josep Bracons, de cómo esta ciudad ha sido maltratada y ha sufrido a lo largo de su historia.
En otra de las salas, más de 5.000 objetos hallados en el Born –y de los que se conoce hasta el más mínimo detalle– aguardan la hora de regresar al antiguo mercado del barrio de la Ribera para formar parte del museo centro cultural que allí se construye desde tiempos casi inmemoriales. También el mosaico romano de la Sagrera se mantiene a la espera, en este caso de que se lleve a cabo una restauración completa que no será fácil, dado el estado en que salió de nuevo a la luz.
Hay mucho más: sepulcros romanos, armaduras, espadas... Y objetos variopintos –desde el antiguo reloj del mercado de la Boqueria hasta los dioramas que en el XIX anticiparon remotamen-te el cine en 3D, pasando por las artísticas vidrieras que decoraban el burdel de Madame Petit en el Arc del Teatre, que ayudarán al Muhba a construir el relato de la Barcelona industrial, que parte de las fábricas de indianas del siglo XVIII y llega hasta los Juegos Olímpicos de 1992. Pero esa es otra historia.

11/15/2011

Les ciutats perdudes del desert Libi

Arqueòlegs britànics reprenen els treballs arqueològics per identificar més d’un centenar de viles fortificades

Es reprèn l'activitat arqueológica al desert de Libia. Esperem que la guerra no hagi malmès el que en quedava. Diu la revista Sàpiens que s'han pogut identificar a través del google earth.

Segons Efe:
Imágenes de satélite han descubierto nuevas evidencias de una civilización perdida en pleno desierto del Sahara al sudoeste de Libia, que ayudará a reescribir la historia del país. La caída de Gadafi ha abierto el camino para que los arqueólogos exploren la herencia preislámica, ignorada durante mucho tiempo por el anterior régimen.
Utilizando satélites y fotografías aéreas para identificar los restos en uno de los lugares más inhóspitos del desierto, un equipo británico ha descubierto más de un centenar de granjas fortificadas y aldeas con estructuras en forma de castillos y varias ciudades, datados en su mayoría entre los siglos I y IV antes de Cristo.
Estas "ciudades perdidas" fueron construidas por una antigua civilización poco conocida llamada los garamantes, cuyo estilo de vida y cultura era mucho más avanzada y de importancia histórica de lo que las fuentes antiguas sugieren.
Un equipo de la Universidad de Leicester ha identificado restos de adobe con forma de castillo, con paredes en pie de hasta cuatro metros de altura, junto con restos de viviendas, cementerios, pozos y sofisticados sistemas de riego. Un estudio sobre el terreno confirmó a principios de este año que se trataba de restos pre-islámicos con un nivel notable de preservación.

ES COMO DESCUBRIR LOS CASTILLOS EN INGLATERRA

"Es como si alguien llega a Inglaterra y de repente descubre los castillos medievales. Estos asentamientos habrían pasado inadvertidos y no fueron registrados por el régimen de Gaddafi", dice el responsable del proyecto, David Mattingly, profesor de arqueología romana en la Universidad de Leicester.
"Las imágenes de satélite nos han dado la capacidad de cubrir una amplia región. La evidencia sugiere que el clima no ha cambiado con los años y podemos ver que este paisaje inhóspito, sin lluvias, estuvo una vez muy densamente urbanizado y cultivado", dice el doctor Martin Sterry, también de la Universidad de Leicester, que ha sido responsable de gran parte del análisis de imágenes y la interpretación del sitio.
Los hallazgos desafían una visión que se remonta a la época de Roma cuando los garamantes eran descritos como nómadas bárbaros y alborotadores en el borde del Imperio, informa Science Daily.
"De hecho, eran muy civilizados, vivían en grandes poblados fortificados, y eran sobre todo agricultores en oasis. Se trataba de un estado organizado con ciudades y pueblos, un lenguaje escrito tecnologías avanzadas. Los garamantes fueron pioneros en el establecimiento en los oasis y en la apertura de comercio trans-sahariano", dice el profesor Mattingly.
El profesor y su equipo se vieron obligados a salir de Libia en febrero, cuando comenzó la revuelta contra Gadafi, pero cuentan con regresar pronto porque el departamento de antigüedades de Libia está estrechamente involucrado en el proyecto.

11/03/2011

Dientes hallados en Italia son los restos más antiguos del Sapiens en Europa

Este hallazgo desvela que la coexistencia entre el Homo Sapiens y el Neardental duró miles de años más de lo que se pensaba.

Dos dientes de leche, hallados en una cueva italiana y que tienen entre 43.000 y 45.000 años de antigüedad, se han convertido en los restos más antiguos del Homo sapiens en Europa, según confirmó este miércoles un equipo internacional.
El descubrimiento, en el que ha participado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España, confirma que la llegada del Homo sapiens a Europa y que su coexistencia con los neandertales duró "miles de años más de lo que se pensaba".
Así lo explicó el principal autor del estudio, el investigador de la Universidad de Viena Stefano Benazzi en un comunicado difundido hoy por el CSIC. "Esto tiene importantes implicaciones en el entendimiento del desarrollo del comportamiento humano completamente moderno", aseguró Benazzi.
Los dientes fueron hallados en 1964 en la cueva prehistórica de Grotta del Cavallo, al sur de Italia, hogar de neandertales hasta su sustitución por los Homo sapiens, lo que hacía pensar a los científicos que las piezas pertenecían a sus primeros habitantes.
De hecho, la cueva contiene siete metros de depósitos arqueológicos que datan del periodo en el que convivieron ambas especies, y los dientes fueron encontrados en las capas que contienen restos de la cultura Uluciense, que hasta el momento se ha atribuido a los neandertales.
Ahora, los científicos han podido certificar que sus dueños eran homo sapiens, gracias a una nueva datación "más completa y exhaustiva" que la que se hizo en los años sesenta y que se ha basado en comparar modelos digitales de los dientes hallados en esta cueva con una amplia muestra dental de las dos especies.
Asimismo, los resultados de la investigación, publicados en la revista Nature, reabren la incógnita sobre quiénes fueron los precursores de la cultura Uluciense.
"El próximo paso está en saber si la cultura Uluciense apareció y evolucionó debido al contacto con humanos anatómicamente modernos o si es una simple evolución del Musteriense, producido por neandertales", explicó el investigador del CSIC Michael Coquerelle.

Publicado en La Vanguardia 3/11/11